Son las diez
de la noche, estoy tirada en la cama después de volver de New York, y de
lo único de lo que no me he acordado es de hacer los deberes del insti. Hay que
ver como después de casi toda la tarde que me he pasado hablando con mi abuela
de si voy a morir y del “lado oscuro” del clan me preocupe por los deberes. A
veces me sorprendo de mi misma. Aunque no me acuerdo de lo que había que hacer
y tampoco tengo ganas de levantarme de la cama. Han sido dos días muy largos,
demasiado largos. Así que he decidido no hacerlos, si me preguntan diré que he
estado enferma, lo cual no es del todo mentira, mis padres no me podrán
reprochar nada. Quiero hablar con Jack, o con Beth, Dani, Laurie o Bennie, pero
no tengo ganas de meterme al facebook, nunca he sido muy fan de esa red social.
La verdad es que prefiero leer un libro o ver la televisión. Y ahora lo que voy
a hacer es bajar a ver un poco la televisión para olvidarme un poco sobre mis
posibilidades de morir. Aunque creo que no tengo ninguna razón para morir, creo
que estoy demasiado, pero aun así, que sea lo que el Destino quiera con
lo que mañana me depara.
Querida mañana
de un lunes llovedizo y gris. ¿Sabes qué? Que aunque nos quiera mojar y
hacernos tiritar de frío no me quitarás mi felicidad. Porque sigo viva, y eso
quiere decir que la abuela Alice tenía razón. No voy a morir, aunque eso ya me
lo esperaba. Ya he desayunado y me he puesto unos vaqueros y un abrigo negro
conjuntado con gorro y bufanda negros de lana. No me acuerdo lo que me he
puesto debajo del abrigo, mi cabeza no está donde debería estar. Estoy
esperando a Laurie y a Bennie en el lugar de siempre, es decir, en la calle
donde se encuentra mi casa. Por ahora ha dejado de llover y espero que no llueva
en la próxima media hora, pero hace frío.
Ya vislumbro a las dos petardas que vienen hacia mí, como no, dando la
nota.
- ¡Kaaaaaaaaate! – Gritan las
dos corriendo hacia mí.
- Hola. – Sonrío mientras nos
dirigimos al insti.- ¿Qué tal?
Laurie es la primera en hablar, es una chica de pelo teñido de rojo y los
ojos verdes, guapísima.
- Pues mira, Bennie le dijo a
su novio James que se iba a hacer un piercing en el ombligo y le respondió que
vale, que le parecía bien.
Las dos se
quedan calladas. Miro a Bennie, ella es la… como diría… La más inocente de las
dos, es rubia con los ojos verdes, es alta y tiene las piernas larguísimas. Las
dos son preciosas y al lado de ellas es bastante probable que te sientas como
el pato marrón que no encaja con los otros blancos.
- ¿Y qué pasa?
- Pues que eso quiere decir
que dentro de unos meses le dirá a Bennie que se haga un tatuaje y luego se
opere los pechos. ¡No vale! – Responde Laurie como si estuviera claro.
Me echo a reír, a veces es imposible tomarlas en serio, como en estos
momentos, las conclusiones que sacan sobre sus novios son… tronchantes.
- ¿Y no puede ser que James le
haya dicho que si porque la quiere tal y como es? Lo que has dicho no tiene ningún
sentido. – Le digo sonriendo.
- Laurie… Creo que la teoría
de Kate es mejor que la nuestra. – Dice Bennie y me mira con una
sonrisa picarona. – Y Laurie y Tom definitivamente ya han perdido su
virginidad.
Me quedo
boquiabierta.
- ¿Qué?
- Lo que oyes, venga Laurie
cuéntaselo como lo hiciste conmigo. Con pelos y señales.
Veo como Laurie se sonroja y sonríe como una boba.
- Bueno… El sábado me dijo que
iríamos a su casa a lo que hacemos normalmente, ver una película y cosas de
esas. Cuando fui me encontré con las luces apagadas y velas por todas partes.
Entonces en ese momento me puse muy nerviosa porque no sabía qué hacer, ni cómo
reaccionar, como siempre. Me puse a llorar y Tom preocupado me dijo que al día
siguiente hacíamos cinco meses quería hacerme algo especial. Yo le dije que lo
había estropeado todo que lo sentía… Y me besó, y después de eso pues…
Bennie y yo
nos miramos y sonreímos.
- Fuegos artificiales. –
Decimos las dos a la vez.
Eso es lo que
siempre ha dicho Laurie que pasaría en su primera vez, que todo sería como los
fuegos artificiales.
- Exacto. Y… la verdad es que
no entiendo cómo me pude poner tan nerviosa… Ah, por cierto Kate, alguien nos
ha dicho que has quedado con Jack. ¿No nos lo pensabas contar?
Intento hacer
como que no lo he oído, pero sé que me he puesto colorada.
- Íbamos, pero al final no
pudimos. Pero esperemos que esta semana pase algo…
Bennie y
Laurie se ponen a saltar y a gritar.
- Lo sabía, ¡lo sabía! -
Grita Bennie.
Yo lo único
que hago es sonreír y ignorarlas hasta que llegamos al instituto. Cada una se
va a su clase, yo al de Literatura y ellas a pintura.
Al entrar en
clase ya echo de menos la presencia de Jack en el pupitre de al lado. Al menos
estoy en la misma que Dani, sino, no tendría con quien hablar. Saludo a algunos
con una sonrisa y me siento en la mesa que está en frente de mi amigo. Me giro
hacia él y lo primero que veo son sus ojos rojizos y con bolsas, como si hubiera
estado toda la noche llorando.
- ¿Qué pasa? – Le pregunto
preocupada.
- Jonathan y yo hemos cortado,
- me dice con la voz rota.
- ¿¡Qué?! ¿Por qué?
- Por la diferencia de edad,
por la escasez de tiempo, su trabajo…
- ¿Quién dijo para dejarlo? –
Le pregunto sospechando algo.
- Yo.
- ¿Pero por qué? La diferencia
de edad son cuatro años, y tú fuiste el primero que dijo que la edad es solo un
número cuando se trata del amor. – Lo miro intensamente, para incomodarle, -
Dani, te conozco, ¿Qué ha pasado?
- Que le he puesto los cuernos
Kate, los cuernos. Me había emborrachado y estaba enfadado con el…. – Se
esconde la cara entre sus manos. – Ninguna excusa vale para justificar lo que
he hecho.
- ¿Y se lo has dicho?
- Si.
- ¿Y?
- Me dijo que no le importaba,
que sabía que fue una estupidez, pero que lo superaríamos. Yo ya no puedo ni
mirarme en el espejo sabiendo lo que he hecho.
Le cojo la
mano y lo miro con ternura.
- Alguna razón hubo de haber
para que hicieses eso.
Asiente con la
cabeza.
- No había tiempo para mi,
siempre estaba trabajando, un chico me invitó a tomarme unas copas, le dije que
si, para ver si Jonathan se preocupaba por mí, a las once y media todavía no me
había llamado, y eso que llevábamos más de tres días sin vernos, así que me
emborraché y me enrollé con el chico para enfadarle.
- Y te salió mal. – Continuo.
- No, se enfadó, pero empecé a
llorar y me dijo que lo sentía y que parte de culpa también lo tenía el.
Veo como sus
ojos se ponen brillantes, cosa que va a ponerse a llorar en cualquier momento,
automáticamente me levanto y lo abrazo. Oigo como alguien tose detrás de
mí.
- Señorita Kate., le
ruego que se siente en su asiento, la clase va a comenzar.
Asiento con la
cabeza a la profesora, me siento en mi asiento y saco los libros de debajo de
la mesa bajo la atenta mirada de ella.
Después de una
larguísima hora termina la clase y me reúno con Bennie y Laurie para ir a clase
de educación física, dos horas. Después de media hora de descanso hemos tenido
otras tres clases igual de aburridas que las demás que ni se merecen
mencionarlas. No he dejado de pensar en Jack en todo el día, en lo rápido que
ha pasado todo esto y en lo rápido que quiero que se cure para poder quedar con
él.
Antes de darme
cuenta ya ha he llegado a casa, subo a mi habitación a dejar las cosas de clase
y cojo el teléfono mientras miro a ver si están mis padres. Nada, están
trabajando. Vuelvo a entrar en mi habitación y cierro la puerta. Llamo a casa
de Jack mientras me quito mis botas de tacón. Alguien lo coge.
- ¿Sí? – No es la voz de Jack,
es su madre.
- Hola señora Letterman, ¿Está
Jack en casa?
- Hola Kate, si, está en casa,
ahora te pongo con él. ¿Qué tal todo?
- Muy bien, harta del frío,
pero bien.
Oigo como se ríe.
- Sí, yo también los estoy.
Bueno, Jack amenaza con matarme si no le paso el teléfono. Ya nos veremos.
- Vale, adiós.
Se oye cómo se pasan el teléfono de mano a mano.
- Hola, Kate.
- Hola – Cuanto ansiaba
escuchar su voz. - ¿Qué tal te encuentras?
- Mucho mejor.
- ¿Ah, sí?
- Si – Me responde con voz alegre.
– Oye, Kate, ¿Me puedes hacer un favor?
- Claro, lo que quieras.
- ¿Puedes venir a mi casa a
explicarme lo que habéis hecho hoy?
- ¿Ahora?
- Si, cuando quieras, vamos.
- Si quieres voy ahí dentro de
un cuarto de hora.
- Vale, te estaré esperando. –
Se oyen risas.
- ¿De qué te ríes? – Le
pregunto.
- De nada, te veo luego.
- SI, hasta luego, y que sepas
que me has dejado mosca.
Vuelve a reírse.
- Es justamente lo que quería
hacer, adiós Kate.
Sin decirle
nada cuelgo, tendrá morro. A saber lo que quería decir con eso… Vuelvo a coger
las cosas de clase, el móvil, las llaves y el Ipod. Bajo las escaleras y pongo
una nota a mis padres poniendo que he ido a casa de Jack y que no volveré muy
tarde a casa. Salgo de casa, cierro la puerta y me enchufo y pongo la canción
“Twilight·” de Cover Drive. Cojo el camino que da a casa de Jack, me siento
feliz, radiante. Tengo la sensación de que va a pasar algo muy importante hoy y
espero que tenga algo que ver con Jack. Es mirar a esos ojos de color avellana
y… me derriten, aunque no pensaba así hasta el sábado. Sabía que sentía algo
más por el que por un amigo pero esto es demasiado. Esos sentimientos han
incrementado demasiado. El semáforo se pone en rojo y tengo que esperar para
pasar el paso de cebra, su casa está al final de la calle. La canción ha
terminado y ahora suena “Lightning” de The Wanted, mi grupo favorito.
Miro la hora que es en el Ipod del nerviosismo, son las cinco de la tarde, para
las siete oscurecerá así que para las ocho estaré en casa. El semáforo vuelve a
ponerse en verde y me pongo a andar otra vez. Camino un poco más y ya está, ya
he llegado. Apago el Ipod, lo meto en el bolsillo y respiro hondo. Toco el timbre,
la casa es más grande que la mía, tiene dos pisos, no es muy alta, pero es
enorme de largo, y atrás tiene un jardín precioso. Alguien abre la
puerta, es Jack. Sonrío al verle, no tiene mal aspecto, más bien diría que está
más guapo que nunca. Va vestido con unos vaqueros y una camisa a cuadros
negra y azul desabrochada por encima de una camiseta negra. El también sonríe y
me deja pasar.
- Por fin nos vemos, ¿eh? –
ríe - Creo que el karma nos intentaba decir que no nos precipitásemos.
- Yo creo que el karma nos ha
estado tomando el pelo, la verdad.
Me quedo de pie en la entrada y él se apoya en la puerta.
- ¿A dónde quieres que
vayamos? ¿A mi habitación o al jardín?
- Donde tú quieras, es tu
casa. – Le digo provocándole, no voy a caer en eso, me río.
El me mira
confuso.
- ¿Qué pasa?
- Nada, nada, - Le tranquilizo
– Llevo el día riéndome de todo. ¿Vamos?
Sé que no me
ha creído, lo veo en su cara, pero asiente con la cabeza. Subimos las escaleras,
así que ha decidido que vayamos a su habitación. Yo le sigo.
- ¿Te he dicho alguna vez lo
mucho que me gusta tu camisa?
Suelta una
carcajada.
- Me la regalasteis tu y Beth
en mi cumpleaños. ¿Creías que no me iba a acordar?
Solo me sale una sonrisa, la verdad es que no pensaba que se fuera a
acordar. Entramos en su cuarto y hacemos lo mismo que hemos hecho siempre que
he ido a su casa, el se sienta en la silla de su escritorio y yo me siento en
su cama dejando las cosas encima de ella. Miro a Jack y noto como no para de
mirarme intensamente, confuso.
- ¿Qué pasa?
- ¿No tienes calor? – Baja la
mirada.
Yo hago lo
mismo, y veo que todavía no me he quitado el abrigo. Me echo a reír.
- No me has dado tiempo chico,
ten paciencia. No soy tan tonta de no fijarme.
- Tú no eres tonta – Sonríe
con picardía. – Solo un poco despistada, bueno y un poco tonta también…
- ¡Oye! Repítelo. – Le
provoco.
Se levanta de
su silla y se pone en frente mío, es decir, en frente de la cama.
- ¿Qué? ¿Acaso no es verdad?
- ¡No! – Le digo.
- No me lo dirás en serio,
¿verdad?
Me pongo en pie, y yo también me pongo en frente suyo tal que nuestras
caras quedan a unos centímetros. El es más alto que yo.
- Retira lo que has
dicho, – Le pongo el dedo en la punta de la nariz. - o te
arrepentirás.
- Oh, qué miedo, - sonríe – La
señorita Kate me va a pegar.
- Recuerda que sé tú gran
secreto, señorito Jack.
Intenta ponerse serio, aunque no puede. Pero echa a correr. Le sigo.
- ¡No! ¡Kate! Eso no, ¡Por
favor! - Me suplica.
Corro detrás de él, todo este teatro es porque Jack no soporta las
cosquillas. Baja las escaleras y sale al jardín.