Decido levantarme y
al salir del baño veo que mi madre sigue esperándome en mi cuarto.
-
¿Vas a
quedar con él? – Me pregunta.
-
No. Así que
puedes tenerme todo el día para averiguar qué es lo que tengo.
-
Vale, iremos
a casa de la abuela. – Me dice con el rostro lleno de tensión.
La abuela, es decir, la madre de mi madre está desaparecida desde que
yo tenía cinco años. Año en que mi madre decidió aceptar ser hechicera de los
siete y ser la segunda. Según yo tengo entendido a Alice – mi abuela – no le
debió de gustar mucho la decisión ya que decía que había que dejar crecer a los
niños en paz, dejarlos a un lado de las garras de la muerte y la hechicería.
Según mi padre, ella ya tenía suficientes remordimientos por haber
elegido ser inmortal y no quería que a su hija le pasara lo mismo. Mi abuela ya
ni siquiera cree en el Destino, y eso para una hechicera está muy mal visto. No
eres de la familia si no lo haces, no eres humano.
Aún así mis padres eligieron morir cuando su cuerpo se apagara sea
cual fuere su Destino. No querían ser inmortales.
-
¿Y la abuela
ya sabe que vamos?
-
Si le he
llamado justo después de lo que te ha pasado y ella ha sido la que ha dicho que
vayamos.
-
¿Y donde
vive?- Le pregunto curiosa.
-
En Nueva
York.
-
¿¡Qué?! ¿Voy
a ir a Nueva York?
-
Eso parece.
– mi madre sonríe.
-
Pero si la
abuela odia las ciudades grandes.
-
Pero me ha
dicho que quiere vivir la vida, según parece la semana que viene se irá a vivir
a Venecia.
No para de sorprenderme, la mujer que me regaló la pulsera que siempre
me pongo vivía en pueblecitos donde no hubiera más de 100 habitantes .Esa era
mi abuela. La mujer que ahora mismo me estoy imaginado no lo es. Creo que voy a
ponerme al día con ella, no puede ser que ella esté visitando el mundo entero y
yo no haya salido de vacaciones ni al pueblo de al lado. “Cuestión de
seguridad” dicen mis padres. ¿Sí? ¿Y dónde está viviendo mi hermano con su
novia? ¿En un lugar seguro? Si, sobre
todo seguro. Con lo discreto que es Nico si no está fichado por la policía ya
habrá sido por cuestión de suerte.
-
Si queremos
tener respuestas, - prosigue mi madre,- tendremos que ir a donde tu abuela o
recurrir a los siete y sé por seguro que la segunda opción no te hace mucha
gracia.
Asiento con la cabeza sonriendo irónicamente. La verdad es que no
quiero que nadie me mire como si fuera rara o... como si estuviera en el limbo,
entre la vida o la muerte.
-
Mejor vamos
a Nueva York, pero con una condición.
-
¿Cuál?
-
Tenemos que
ir de compras.
Se echa a reír y se
levanta de mi cama.
-
Vístete y
baja lo antes posible. Te has despertado muy tarde y si quieres que nos de
tiempo a lo que quieres hacer tendrás que darte mucha prisa.
Con la palabra en la boca se da la vuelta y no me deja responderle.
Intentando prepararme lo antes posible, me doy una ducha de agua fría
y me visto. No me he mirado en el espejo en ningún momento, no me quiero
asustar, estoy segura de que parezco una zombie. Al fin y al cabo, me alegro de
que Jack no me vaya a ver así.
Al bajar a la sala de estar veo a mi madre hablando, bueno, gritando
con alguien por teléfono y me dirijo hacia mi padre, que está sentado en el
sofá leyendo el periódico y a la vez viendo la “MTV”.
-
¿Le falta
mucho a mama? – Le pregunto mientras me siento a su lado.
-
No lo sé,
lleva hablando por ese cachorro con alguien desde que ha salido de tu
habitación. ¿Sabías que Adele ha conseguido cuatro premios en los premios video
music awards s ela MTV?
Ya empezamos, odio
cuando mi padre intenta sacar su lado “guay” y como dice el, “cool, seguro que
no tiene ni idea de quién es Adele.
-
Interesante…
Anda papa, déjalo. ¿Y sabes con quien habla mama?
-
Ni idea. Y
no vamos a hablar más sobre el tema. – sonríe- Prefiero hablar de Lady Gaga y
de David Guetta.
-
Claro papa.
– Le doy una palmada en el hombro – Cuando quieras aquí estoy para hablar de
“The Wanted” y de lo guapo que es Jay. Porque los conoces, ¿no?
Y como no, mi padre
se ha quedado mudo, anda que, llevo un año y medio hablando de ellos, que son
mi grupo favorito y todavía no sabe quiénes son. Me echo a reír.
En ese momento mi
madre cuelga el teléfono de bastante mal humor, y parece que está tensa.
-
¿Nos vamos?
– Pregunta.
En respuesta, mi
padre y yo nos levantamos del sofá y salimos de casa. Por fin piso suelo. No sé
por qué, pero desde que me he despertado tengo la intuición de que va a pasar
algo, no sé si bueno o no, pero pasará. No quiero que me digan que lo que me ha
pasado ha sido por alguna razón, mi cuerpo ha decidido tenerlo y ya está.
Sin darme cuenta, en
un abrir y cerrar de ojos ya nos encontramos en una enorme calle de una enorme
ciudad.
-
Me imagino
que ya estamos en Nueva York. – hablo en voz alta.
-
Imaginas
bien
Nos
encontramos en una mesa de una cafetería de Nueva York, todavía no me lo
creo. Mis padres mi abuela y yo estamos
con un café cada uno, bueno no, mentira, yo tengo un chocolate caliente, no me
gusta el café-.
-
¿Quieres decir que te veías a ti misma en la visión? – Me pregunta
Alice.
-
Sí.
-
¿Y qué pasaba?
-
Estaba en el frente… llorando… y creo que mirando a una persona
-
Interesante. – Dice mientras le da un sorbo al café.
-
Kate, eso no es lo que nos dijiste anoche. – Suelta mi madre nerviosa,
- y mama, no es interesante, no sabemos si puede morir o no.
-
No te preocupes Maria, que no va morir- se ríe y hace un gesto
quitándole importancia.
-
Pero… todos los que han tenido…
-
Visiones prematuras han muerto, ya seguro – le replica cortándole. –
eso es porque no conoces a nadie que los haya tenido.
-
Mama… ¿Quizás porque han muerto todos? – Sigue insistiendo mi madre.
-
Que te he dicho que no y no hay más que hablar. Eso es porque la junta
los esconde, no hay que fiarse de ellos, querida Kate. – Me mira y me coje de
la mano – Te lo digo porque eres mi nieta, nunca te fíes de los siete.
-
¡Mama! – Le reprocha Maria.- Su madre está dentro de esa junta y es la
segunda hechicera más importante del clan. ¿Le estás diciendo que no se fie de
mi?
-
Exactamente. No por el punto de vista de tu madre, sino que del de una
hechicera. –Me vuelve a mirar con tristeza – Kate, sea cual sea tu Destino,
digan lo que digan sobre lo que tienes que hacer, no te dejes guiar por
personas que creen que lo hacen por el bien. Guíate por tu corazón, hazlo por
tu abuela por favor.
-
Mama, te lo vuelvo a repetir – mi madre está a punto de ponerse a
gritar – No hemos venido a hablar de eso, sino por la visión de Kate.
Miro la tensa situación que está dando lugar
en estos momentos, mi padre que prefiere mantenerse alejado del tema, mi madre
que quiere irse a casa lo antes posible, y mi abuela. Mi abuela que al parecer
quiere ponerme en contra de todo lo que me han enseñado durante toda mi vida.
Es irónico.
-
Te lo vuelvo a repetir Maria, no le va a pasar nada, yo conozco a
gente que le ha pasado lo que tu hija y siguen tan felices.
-
¿Ah, sí? ¿A quién por ejemplo?- Le pregunta sarcásticamente.
-
A mí.
-
¿Tu? – Grita mi madre haciendo que personas curiosas miren hacia
nosotros.
-
Si.
-
¿Y por qué no me lo contaste? Soy tu hija.
-
Si lo hubiera dicho anteriormente la junta habría venido a por mí, y
habría sido una rata de laboratorio. Pero ahora que estoy vieja y sé que viviré
más de mil años prefiero morir a ver el fin de la humanidad.
-
Eres un ser egoísta. – La ataca mi madre.
-
No querida, lo que si soy, es inteligente, por saber que hay un lado
oscuro detrás del clan y la junta y
todas esas chorradas. Que ni tu ni nadie sospecha.
-
¿Lado oscuro? – Mi madre está que no se lo cree – Tu deliras.
-
Pregúntaselo a la querida señora McArthur, sabe muchas más cosas que
las que dice y no te creas que es la única.
-
Lo que faltaba… Que McArthur vaya a destruir el mundo…. Claro mama, y
las vacas son rosas.
-
No me creas, no te estoy pidiendo que lo hagas, solo que te preguntes
por qué te sabes los nombres de todos los miembros del clan menos el de
McArthut
Esa es una buena pregunta.